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lunes, 22 de marzo de 2021

Novelas con valores (1) Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sábato

 

   Antes de comentar esta novela, del gran escritor argentino Ernesto Sábato, haré una confesión muy personal. Esta novela la llevo en el corazón y la estoy leyendo por segunda vez en mi vida con el propósito de escribir este post. La leí cuando se había publicado por primera vez, hace incontables décadas. Yo padecía el primer trabajo formal de mi vida (vendedora en una importante librería del centro de Buenos Aires) y puedo asegurar que vender libros no es mejor que vender cualquier otra cosa. Un horario que me quitaba libertad, un jefe autoritario y yo, una jovencita rebelde que soñaba con otras ocupaciones y otros empeños. Pero tenía dos horas libres para comer, y durante algunas semanas le añadí a esas dos horas la magia de la novela que voy a comentar. Me llevaba el libro a un bar que (¡bella y curiosa coincidencia!) Sábato menciona en la novela como un sitio de encuentro habitual entre los protagonistas y que estaba ubicado muy cerca de mi trabajo.  Y allí, después de comer, y ya sumergida en el embrujo de sus páginas, no tardaba en imaginar que en algún momento ellos podrían aparecer (ellos tenían mi edad de entonces), al menos con la consistencia de los fantasmas,  y se sentarían en la mesa vecina a la mía, y los vería moverse, hablar, sentir… Tan grande puede ser el influjo de una gran novela en una mente permeable a sus sugestiones.

 Pasaron muchos días sin que Alejandra diera señales de vida, hasta que por fin se decidió a telefonearla. Logró estar con ella algunos minutos en el bar de Esmeralda y Charcas…

 

   Los protagonistas principales son: 

   Martín, un joven de diecisiete años, melancólico, inseguro, lleno de conflictos, quien —como muchos jóvenes de su época— está  amargado, insatisfecho y con una rebeldía que no sabe contra qué o quién dirigir.  

Y Martín, que se sentía solo, se interrogaba sobre todo: sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el absoluto, sobre su país, sobre el destino del hombre en general. 

   Alejandra, la mujer amada por él, misteriosa e inaccesible. Un personaje trágico, que muestra desde el inicio la marca de la fatalidad, de la tragedia. Para Martín es enigmática e insondable, pero irresistible.

Tenía la exacta sensación de conocerla, esa sensación que a veces tenemos de haber visto a alguien en una vida anterior, sensación que se parece a la realidad como un sueño a los hechos de la vigilia.

   Otras presencias importantes son la ciudad de Buenos Aires (sus calles, sus plazas, sus bares), la gente que la habita y la Argentina. Toda la realidad de los argentinos está presente, con sus inmigrantes de orígenes diversos (no hay minoría que no aparezca en la novela, hasta la de los judíos rusos) y personajes secundarios que son como una muestra de nuestra sociedad, desde personas humildes, sencillas (que también filosofan) hasta intelectuales, empresarios y señoras de la clase alta.  

   La historia de la Argentina aparece en la narración mediante la voz de algunos personajes históricos, como Lavalle.

 He peleado en ciento cinco combates por la libertad de este continente… aquí tenía que combatir y morir. Mi cuerpo se está pudriendo sobre mi tordillo de pelea pero eso es todo lo que sé.

   Pero también aparece la historia argentina que corresponde al tiempo de la novela, como la revolución de 1955 y el modo en que la vivieron los habitantes de Buenos Aires.  


    Todos los grandes escritores dicen que los personajes de sus novelas son partes de ellos. Y como Sábato es un novelista metafísico, los personajes de la novela constantemente se refieren a lo que está más allá de los sentidos: intuyen, sienten, presienten, se asoman al misterio, y también  reflexionan sobre la existencia y su sentido o falta de sentido. 

 Ya que no bastan —pensaba— los huesos y la carne para construir un rostro, y es por eso que es infinitamente menos físico que el cuerpo: está calificado por la mirada, por el rictus de la boca, por las arrugas, por todo ese conjunto de sutiles atributos con que el alma se revela a través de la carne… 

 … un segundo antes de ese misterioso momento en que el alma se retira del cuerpo y en que éste queda tan muerto como queda una casa cuando se retiran para siempre los seres que la habitan y, sobre todo, que sufrieron y se amaron en ella …

 …así como una vez muertos, nuestros espíritus pueden estar cerca de aquel que quisimos y sin embargo, separados angustiosamente por la muralla invisible pero insalvable que para siempre impide a los muertos tener comunión con el mundo de los vivos…

   Sábato es un filósofo de la existencia y sus novelas tienen la hondura de un pensador por detrás. Un pensador que sobretodo pone el acento en lo trágico de nuestros destinos, en lo absurdo, en la tragedia y el dolor de existir. Pero también hay lugar para la esperanza, por lo cual consigue conmovernos, sacudirnos, tocarnos…

De modo que no eran las ideas las que salvaban al mundo, no era el intelecto ni la razón, sino todo lo contrario: aquellas insensatas esperanzas de los hombres, su furia persistente para sobrevivir, su anhelo de respirar mientras sea posible, su pequeño, testarudo y grotesco heroísmo de todos los días frente al infortunio. Y si la angustia es la experiencia de la Nada, algo así como la prueba ontológica de la Nada, ¿no sería la esperanza la prueba de un Sentido Oculto de la Existencia, algo por lo cual vale la pena luchar? Y siendo la esperanza más poderosa que la angustia (ya que siempre triunfa sobre ella, porque si no todos nos suicidaríamos) ¿no sería que ese Sentido Oculto es más verdadero, por decirlo así, que la famosa Nada?

   Continuamente aparecen ideas que nos hacen reflexionar. 

Pero ¿qué máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos en soledad… Acaso el carácter sagrado de ese instante se deba a que el hombre está entonces frente a la Divinidad, o por lo menos ante su propia e implacable conciencia. 

   No faltan tampoco ideas y meditaciones acerca de la literatura y el arte de escribir. 

Todo era tan frágil, tan transitorio. Escribir al menos para eso, para eternizar algo pasajero… Además no sólo era eso, no únicamente se trataba de eternizar, sino de indagar, de escarbar el corazón humano, de examinar los repliegues más ocultos de nuestra condición. 

 

Y siempre,  de alguna manera, lo trascendente, el misterio, Dios. 

Surgió de su alma  exaltada como una descarga entre negros nubarrones de tormenta. Si el universo tenía alguna razón de ser, si la vida humana tenía algún sentido, si Dios existía, en fin, que se presentase allí, en su propio cuarto, en aquel sucio cuarto de hospedaje… Además, si Dios se aparecía, ¿cómo lo haría? ¿Y qué sería? ¿Una presencia infinita y aterradora, una figura, un gran silencio, una voz, una especie de suave y tranquilizadora caricia? ¿Y si se aparecía y él era incapaz de advertirlo? 

En suma: una gran novela, plena de valores elevados, profunda y significativa. 


Hay más acerca de Ernesto Sábato y sus escritos en:

http://creadoresmisticosytransmutantes.blogspot.com

 



 

















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