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La tapa de siempre

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Libros de Aprendizaje Espiritual

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Violeta y el Camino de los 22 Arcanos

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Peregrina en la India

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EPÍLOGO Y PALABRAS FINALES DE LA AUTORA

 EPÍLOGO

 


   Mariana siguió en contacto, durante los años siguientes,  con  los que fueran sus compañeros en esos particulares días. 

   Con los de Buenos Aires hablaba por teléfono o se encontraba para conversar: a menudo con Clara, y en algunas ocasiones con Luis y  Betti.  Y con los de Córdoba se comunicaba por Internet. Nunca se comunicó con Isabel, pero se enteraba acerca de ella por lo que le contaba Fernando.

   Y así pudo saber cómo habían continuado sus vidas… 

  Clara, luego de una breve instrucción que la hizo muy feliz (“Imaginate, volver a estudiar a mis años” le dijo a Mariana en una de las visitas de la profesora a su casa), se dedicó al voluntariado, especialmente con niños provenientes de familias humildes.

   Luis logró, con tiempo y paciencia, realizar sus proyectos. Vendió todo y se fue a vivir con su familia al sur, a un pueblo tranquilo y sin ladrones, tal como deseaba.

   Diego y Verónica vivían juntos. Verónica no había vuelto a canalizar, pero continuó por esa senda abierta para ella. Con Diego asistían a cursos y talleres, y en el último mensaje  le contaba que estaba esperando un bebé.

   Betti  había dejado el cigarrillo y cambiado de empresa. Trabajaba muchas horas menos, viajaba dos veces al año para ver a su hija y seguía teniendo aventuras con hombres más jóvenes. “Son los únicos que atraigo” le confesó a Mariana, y agregó que aunque no se convertían en algo permanente, le alegraban la vida y la hacían sentir todavía joven.

   Fernando e Isabel se habían separado unos meses después de los sucesos que conocemos,  y  vendido la hostería.

   Isabel, después de regresar a Buenos Aires (donde comenzó psicoterapia y se reencontró con sus hijos), se fue recuperando de sus pérdidas y puso con una socia un negocio de ropa.

  Fernando se había instalado en el pueblo  y con un amigo fabricaban cabañas. Por las noches hacía música, y en sus mensajes aparecían, a veces, difusos proyectos de viaje. Nunca  hablaba  de su vida sentimental.  Pero un verano en que Mariana viajó a las sierras con su hijo, como prometiera, encontró a Fernando con una chica muy agradable y bastante más joven que él. 

   Mariana había aceptado el retiro por enfermedad e iniciado un Centro de Yoga en su barrio. Le fue muy bien… Tan bien que, después de los primeros años, tuvo que contratar más instructores. 

   La última vez que la vi, estaba comenzando una nueva pareja, con un hombre bueno y tranquilo, tan sabio y espiritual como ella



FIN




Registrada en la Dirección Nacional del Derecho de Autor. 

Ministerio de Justicia y  Derechos Humanos. República Argentina.  

Desde la fecha: 18 de octubre, año 2011-

 

©  Ingrid Mayer.  Todos los derechos reservados.

 





Estimada lectora, estimado lector:


  Si has llegado hasta aquí, es porque has terminado de leer la novela. Y si has terminado de leerla es porque (probablemente) te ha gustado.

  Entonces, si te ha gustado, la autora te pide un único gesto a cambio: que la recomiendes, todas las veces que puedas, en tus espacios de Internet o incluso personalmente. 

   Porque lo único que desea un escritor, cuando ya ha renunciado al dinero y los honores, es ser leído.

Gracias y hasta nuestro próximo encuentro


Savitri Ingrid Mayer


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