Nota: este comentario contiene spoilers, o sea, anticipaciones de la trama.
Danny Collins (Al Pacino) es un famosísimo cantante popular, ya entrado en años, quien, a pesar de su enorme éxito, no es feliz. De joven componía buena música, pero las exigencias del público lo llevaron a cantar canciones insustanciales, creadas por otros, y dejó por completo de componer. Eso es frustrante para él, pero lo disimula con la vorágine propia de una estrella del rock: drogas, viajes y mujeres. Para su cumpleaños, su mejor amigo, quien es también su representante, le hace un regalo increíble que encontró buscando en Internet y que estaba en manos de un coleccionista. Ese regalo va a cambiar la vida de Danny. Cuando él era joven y recién empezaba, dijo algunas cosas en una entrevista que despertaron el interés de John Lennon, a quien él admiraba y sigue admirando muchísimo. Lennon le escribió una significativa carta, la cual nunca llegó a sus manos, hasta que su amigo y representante la descubre. Y la carta dice principalmente lo siguiente:
“Ser rico y famoso no cambia la forma en que piensas, no corrompe tu arte, sólo tú puedes hacerlo. Sé fiel a tu música, sé fiel a ti mismo.” Además Lennon le mandaba su número de teléfono y lo invitaba a visitarlos (a él y Yoko), para conversar sobre el asunto y así poder ayudarlo.
Este curioso hecho es verdadero, le sucedió a un músico inglés, y nos enteramos de eso junto a los créditos finales del film, por lo cual la carta es auténtica y posiblemente inspiró al director, el talentoso Dan Fogelman, quien escribió el guión pensando desde el primer momento en Al Pacino para interpretar al personaje. Y es una interesante anécdota del inolvidable John Lennon, algunas de cuyas canciones forman parte de la banda sonora de la película.
A Danny la carta lo impacta y lo lleva a producir cambios en su vida. Se separa de su tercera futura esposa, mucho más joven que él y que lo engaña, se va en busca de un hijo que tuvo con una admiradora y a quien no conoce, y trata de retornar a sus orígenes y volver a componer música de calidad.
O sea, Danny trata de transformar su vida, los años que le queden, en algo más valioso y coherente. El encuentro con su hijo no es fácil, pero él está decidido a recuperar y sanar ese vínculo, que trae consigo una nuera y una pequeña nieta. Las vicisitudes del reencuentro con su hijo (quien además pasa por un momento difícil), más el encuentro con una encantadora gerente del hotel donde va a hospedarse (quien desde el inicio apoya sus esfuerzos por transformar su vida), además de su empeño por volver a componer buena música y su actitud decidida por asumir su rol de padre, se entrelazan en una película que conmueve del principio al fin y cuyo mensaje esencial podría ser que nunca es tarde para arreglar lo que hicimos mal, y que mientras estemos vivos la vida puede sorprendernos.
Hay un clima de amor y perdón a lo largo de la película, y una transmisión de ciertos valores muy afines a cierta juventud de los años setenta (cuando Danny era joven), valores que por suerte no se han perdido, ya que todavía hay muchos (jóvenes y no jóvenes) que siguen honrándolos. Un ejemplo de esto lo vemos en una escena de antología, cuando Danny encuentra a su mujer con el amante.
Danny es simpático, sencillo, generoso… Como dice su amigo en una escena “tiene un buen corazón”. Al Pacino nos conmueve y nos atrapa, como no podía ser de otra manera, y los actores que lo acompañan no se quedan atrás.
En suma: una muestra perfecta de lo que es un cine con valores.
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